60 ANIVERSARIO DE LA DECLARACIÓN DE DERECHOS HUMANOS

Si volviéramos la vista atrás, hasta 1948, cuando se firmó esa declaración, encontraríamos un paisaje desolador. Europa destruida por una guerra con 80 millones de muertos. Un hecho traumático que dejó una impronta imborrable en el rostro de todas las sociedades salpicadas por el horror de la II. Guerra Mundial. Después ocurrieron importantes acontecimientos: los juicios de Nuremberg, la desintegración del Estado Alemán, la extensión del comunismo por Europa Oriental, y sobre todo la certeza de que nada volvería a ser como antes. También se creó Naciones Unidas. Una de sus primeras tareas cumple ahora 60 años: La Declaración de Derechos Humanos.

Detrás de todo acuerdo político hay una situación de necesidad, un problema que solucionar. No es casualidad que la Declaración de Derechos Humanos se redactara después de una guerra y de que, la ideología Nazi, asesinara a 3.000.000 de personas por pertenecer a una religión o cultura diferente, la mayoría judíos, pero sin olvidar a gitanos, homosexuales u opositores políticos. Esa declaración fue fruto de no querer volver a esos dramáticos sucesos y de por fin, reconocer a todos los seres humanos, por el hecho de serlo, unos derechos inalienables.

Es bueno hacer memoria para valorar nuestra forma de vida hoy, la sociedad democrática que vivimos. Nuestro sistema político y nuestra democracia germinan en esos años, en el modelo político de democracia parlamentaria creado tras la II G.M. La mayoría de las Normas Fundamentales de las democracias modernas se asientan sobre ese texto de 30 artículos.

Treinta artículos que rebosan rebeldía y libertad, principios que en muchas zonas del mundo son impensables: derecho a la vida, derecho a la libertad en todas sus formas, a la seguridad, a la salud, a la educación, a un trabajo digno… Por eso hay que recordar que 60 años reivindicando estos derechos no han servido para que se les reconozcan a todas las personas. Que la lucha por una sociedad justa continúa y está más pendiente que nunca. Que las libertades humanas penden de un hilo.

En Europa, donde las heridas de las guerras y las batallas ideológicas están aún cicatrizando hay que dar día a día la batalla por los derechos humanos. Estar vigilantes. Ahora, tras varios años de oscurantismo, de unilateralismo, de escudos antimisiles y guerras preventivas vivimos la esperanza de un cambio. El cambio en Europa se puede dar los ciudadanos si apoyan otra visión política, y vuelve una mayoría de progreso al Parlamento Europeo.

Al otro lado del charco, si Obama cumple con su compromiso de abandonar los esquemas de Bush, cerrar Guantánamo y respetar los DD.HH en Irak sería otro buen paso. Sería un buen comienzo para empezar de nuevo.

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